En esta Era de Acuario, el alma necesita imperiosamente que se derriben las fronteras entre ella y nuestra humanidad. Siempre trabajamos con el sentido de dualidad, siempre teniendo que elegir el sendero a seguir, pero lo que no podemos observar claramente todavía es que somos seres “duales”.
A un “yo-etérico” (esencia-alma) se opone y complementa un “yo físico” (cuerpo-personalidad humana), en danza conjunta y a la par durante todo este trayecto terrestre. El símbolo del Yin y el Yang es un claro ejemplo de lo que quiero expresar: somos la luz y la sombra, lo conciente e inconciente, lo divino y lo humano, lo positivo y lo negativo.
Nótese que hablo usando la conjunción “y” para remarcar una nueva forma de pensar y comunicarnos con nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Ya no necesitamos excluir de nuestra mente y corazón aquellas “partes” de la existencia que parecieran no pertenecer a nuestro entorno y a nuestro interior.