El ego es aquél fenómeno psicológico que pretende moldear al individuo bajo determinadas pautas físicas (Leo, conciencia física de ego). No hay ser humano si no hay ego. A lo largo de la existencia evolutiva de cualquier ser humano, lo que se evidencia es cómo está formateado ese ego: positiva o negativamente. Recordando a Alice Bailey: “la personalidad es un reflejo distorsionado del alma”. Esto da muestra de las experiencias que ha venido tomando el alma para poder evolucionar espiritualmente.
Hay un ego físico y un ego etérico. Por supuesto, el etérico responde al alma, quien trae ya todo su bagaje de aprendizajes, tomados en los planetas etéricos, experiencias vividas que le han servido para formar su ego, su yo… y en este planeta será a través de todas las realidades, de todos los caminos, donde volverá a encontrarse con ella misma y luego con la totalidad (Esencia), donde tendrá que hacer el proceso de trasvasamiento con el ego físico. El ego físico es Aries; el ego etérico es Escorpio. Ésta, es básicamente la información de Acuario, de allí el símbolo del ser humano trasvasando las dos energías.
La variable de ajuste, para que los egos puedan relacionarse y entenderse, tiene que ver con las experiencias trabajadas en tiempo y espacio y con la comprensión del para qué suceden las cosas. Por ello, la sincronicidad (lo que comúnmente llamamos “casualidad” y que en realidad es un producto del Karma, una “causalidad”), según Jung, se trata de un fenómeno en el que coinciden, significativamente, un evento del mundo externo (ego físico) con un estado mental psicológico interno (ego etérico).
Libro SER+HUMANO..página 58-59. Sandra Fernández Vercelli.